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Juana: más allá de la basura

por Kelly Valentina Cubillos Pineda —Publicado en Animals on May 21, 2014

A 600 metros de "La Juana"

Los mochuelunos viven a menos de un kilómetro del lugar donde se disponen diariamente más de seis mil toneladas de basura. Para ellos, la Juana es culpable de muchos de sus problemas, entre estos las afectaciones a la salud y la presencia de vectores. Así es como piensa gran parte de los pobladores, en especial los que llevan años viviendo allí, sobre todo, los adultos mayores. Cuando se les pregunta por las dificultades de vivir al lado de un relleno sanitario que recibe la basura de más de ocho millones de personas, algunos habitantes de Mochuelo Bajo responden que entre los principales problemas está su salud.

De acuerdo con los vecinos, La Juana es la causante de dolores de cabeza, enfermedades respiratorias, tos, irritación de garganta, así como de molestias intestinales, “lombrices” en los estómagos de los niños y falta de apetito o dolores constantes. Salvador Ruíz, antiguo presidente de la Junta de Acción Comunal de Paticos y residente de la zona hace más de 30 años, mucho antes que llegara La Juana, cuenta que la salud en el barrio es “muy flojita”, y que desde que llegó el relleno, la gente se enferma mucho de los pulmones, de la visión y “muchos niños sufren de los bronquios”, pero que antes eran solo gripas por el frío de la zona.

Se puede observar la cercanía del barrio con el relleno / Gif: Kelly Cubillos

Indicios sobre los problemas de salud

En el año 2006, el Grupo de Epidemiología y Salud Poblacional de la Universidad del Valle, realizó un estudio sobre los impactos del relleno sanitario en la salud de grupos poblacionales próximos al relleno. Dicho informe es el único que se ha enfocado en reconocer los vestigios de Doña Juana en la salud de las personas y las condiciones en las que estas viven.

Según el informe, los adultos mayores son más susceptibles a presentar síntomas respiratorios, o de enfermedad pulmonar severa, lo que puede derivar en una disminución de la capacidad pulmonar con el tiempo, resultando en un deterioro en su calidad de vida. Clelia Campos, una ama de casa de 58 años, que ha vivido toda su vida en Mochuelo Bajo, cuenta que sufre de los pulmones. Es por eso que debe caminar despacio, para evitar agotarse, algo que le puede ocurrir fácilmente. Sin embargo, aclara que el médico no le ha explicado bien qué es lo que sucede y aún debe hacerse más exámenes para poder determinar qué es.

Mientras se conocen los resultados de los estudios, Clelia debe seguir asistiendo a los controles médicos, dependiendo las conclusiones puede ser remitida a una IPS nivel dos de atención, que son aquellas con la presencia de médicos especialistas. En caso de ser remitida a un médico especialista, Clelia se podría dirigir al Hospital de Meissen, a más o menos 30 minutos de recorrido.

Influencia de los vectores en la salud

Campos recuerda que “el barrio era solo una vereda y no había más de 100 familias” en aquel momento, cuando los días soleados eran una forma de contrarrestar el frío de las afueras de Bogotá, y no se tenía que espantar cuanta mosca apareciese en el camino, o “taparse los oídos para descansar del zumbido”, tal como dice María Erminda Rodríguez, otra residente del lugar.

Clelia Campos señala el predio del relleno sanitario Doña Juana, colindando con una calle de Mochuelo Bajo / Foto: Kelly Cubillos

En el informe realizado por la Universidad del Valle se encontraron casos de Enfermedad Diarreica Aguda (EDA), que según Mayo Clinic - entidad sin ánimo de lucro y hospital en Estados Unidos - puede causar deshidratación, fiebre, debilidad, entre otros síntomas. Asimismo, se ratifica la presencia de vectores (moscas, ratas, etc) en los hogares de los mochuelunos. “Si uno deja un pocillo con un chocolate o con un tinto y le cae un mosco que ya está contaminado, uno a veces por no perder el líquido saca el mosco y se toma el líquido y ahí da la infección”, como se da a conocer en la investigación.

Entre los resultados del trabajo realizado por el grupo de epidemiología de la Universidad del Valle, se concluye que en cada casa de Mochuelo Bajo donde la EDA está presente, hay un reporte de moscas dentro del hogar, creando una relación entre las moscas y dicha dolencia. Lo que confirma que la EDA se puede transmitir por medio de vectores, como las ratas y moscas, cuando estas recorren o se posan sobre utensilios de cocina, o sobre los alimentos.

Además de dichas dolencias, los mochuelunos se quejan también de tener enfermedades dermatológicas. Salvador Ruíz afirma haber sufrido una enfermedad en su piel a causa del derrumbe de 1997. Según el señor, era “casi como una lepra” que le producía mucha picazón. De la pesquisa también se dedujo que existe transferencia indirecta de infecciones, responsables de generar manchas, brotes y comezón en la piel. Estas enfermedades se pueden dar por medio de las picaduras de moscas provenientes de Doña Juana, o se transmiten por medio de palomas, perros y la vestimenta e indumentaria de algunos trabajadores del relleno que viven en el barrio.

El CGR da a la comunidad platos atrapamoscas, una o dos veces al mes. / Foto: Kelly Cubillos

La epidemióloga y doctora en salud colectiva, Ana Lucia Casallas, comenta que usualmente donde hay basuras, hay moscas, roedores y demás cantidad de animales que están en constante contacto con residuos que pueden hacer daño al ser humano, produciendo diferentes tipos de infecciones. Las moscas “se paran en el basurero, o en otras sustancias que se están descomponiendo y en sus patas se llevan todos esos residuos con microorganismos, que pueden ser de tipo amebas, parásitos, hongos, que generan infecciones y finalmente paran en la gente”.

Calidad del aire cerca al relleno

En el mismo informe se da a conocer la presencia de niveles significativos de benceno en el aire, que se genera por los diferentes procesos de combustión y estabilización de las basuras. Así como se menciona en el estudio, desde hace varios años el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer y la Organización Mundial de la Salud han establecido la relación de este compuesto químico con el riesgo de padecer diferentes tipos de cáncer o anemia y que su exposición se presenta principalmente por medio de la inhalación.

De igual manera lo reafirma Ana Lucia Casallas: “los metales pesados son los que están principalmente asociados a la aparición de cáncer y estos están presentes en las basuras, en los procesos de descomposición”. La experta explica que durante los procesos de putrefacción se generan una cantidad de agentes, como los metales pesados que pueden significar riesgo biológico y químico, que podrían hacer daño a la gente. Además, añade que “efectivamente hay presencia de elementos cancerígenos, también por parte de los elementos que se utilizan para controlar plagas, los insecticidas, eso también está allá y también es cancerígeno”.

Vivir al lado de un relleno sanitario implica una sensación de miedo constante para los residentes de Mochuelo Bajo, es por esto que ver afectada su salud es una de sus grandes preocupaciones. Asimismo, en el informe del Grupo de Epidemiología de la Universidad del Valle, los investigadores resaltaron la imposibilidad de obtener más información sobre la salud a largo plazo de los habitantes de los barrios cercanos al relleno, debido a no poder realizar estudios de larga duración

Respecto a las denuncias sobre enfermedades como el cáncer, Sandra Gordillo, encargada de responsabilidad social, empresarial y de comunicaciones del CGR Doña Juana asegura que hasta el momento y desde la construcción del relleno, ninguna persona se ha acercado para decir que tiene cáncer a causa de vivir en el barrio. "La manifestación que hace la comunidad no se puede comprobar, eso es una percepción de la comunidad, a ciencia cierta no hay pruebas que el relleno genere ese tipo de patologías", declara Gordillo.

En una investigación de la SubRed Sur de Salud se puede encontrar algunos datos sobre la presencia de cáncer en niños y menores de 18 años en localidades cercanas al relleno, pero entre estos “eventos de interés”, como ellos lo llaman, no hay información sobre la localidad de Ciudad Bolívar, sino únicamente de Usme, es por esto mismo que tampoco hay cifras sobre el barrio Mochuelo Bajo.

No hay un centro médico en el barrio

En la vía principal de Mochuelo Bajo se toma un bus que pasa cada media hora, con ruta directa hacia Mochuelo Alto, donde se encuentra ubicado el centro de salud más cercano. Si por alguna razón el bus no llega a pasar, los mochuelunos deben irse caminando por la carretera que colinda con la reja del relleno, un trayecto de aproximadamente 50 minutos.

Si alguien en Mochuelo Bajo se llega a enfermar de un momento a otro, no hay quién lo atienda. Cuando hay urgencias, las ambulancias pueden llegar a tardar más de una hora. Tampoco hay un Comando de Acción Inmediata (CAI) de La Policía, pero en ocasiones vienen de otros barrios y son los que auxilian a la comunidad, transportando al enfermo. Los lugares de atención más cercanos son en Mochuelo Alto, a dos kilómetros, o el Hospital Meissen, a siete kilómetros. En el centro médico de Mochuelo Alto está habilitada una red de atención primaria en salud, en la cual los habitantes pueden agendar sus citas médicas en alguno de los tres días de la semana que el centro presta asistencia.

La atención en salud en Mochuelo Bajo

La comunidad cuenta con algunos servicios en sanidad, como el centro de Mochuelo Alto, que es administrado por la SubRed Sur de Salud, quienes también se encargan de organizar las diferentes jornadas en los respectivos barrios. Y las acciones que realiza la UAESP para contribuir con la comunidad, entre estas, acompañamiento en salud cada cierto tiempo. Para Cristian Robayo, edil de la localidad de Ciudad Bolívar, el cronograma de actividades a cargo de la UAESP y la SubRed Sur no es suficiente.

Escucha "Las compensaciones no son suficientes" en Spreaker.

Salvador Ruíz también comenta que desde que fue presidente de una de las Juntas de Acción Comunal, “se ha tratado de luchar un centro de salud” por medio de la Alcaldía de Bogotá y la Secretaría de Salud, pero que esta última les dice que no hay la cantidad suficiente de habitantes. Según Ruíz, la Secretaría tiene en su censo unos 1.000 habitantes, mientras que él asegura que hace cuatro años había más de 7.000, cifra que pudo haber aumentado por la llegada de inmigrantes venezolanos.

¿Qué acciones están tomando las entidades públicas?

Desde el 2018, la Secretaría de Salud vendría llevando a cabo un proyecto de nombre “Sistema de Vigilancia Epidemiológica Centinela”, del que al parecer los líderes y habitantes de Mochuelo Bajo no tienen conocimiento. De acuerdo a la respuesta a un derecho de petición dirigido al organismo distrital, esta vigilancia centinela al relleno sanitario Doña Juana funcionaría en necesidad de cumplir la “Ley estatutaria en salud 1751 de 2015, con el propósito de dar respuesta a la Resolución 3202 del 25 de julio de 2016, dada por el Ministerio de Salud y Protección Social”.

Su principal objetivo sería “monitorear el comportamiento de las enfermedades relacionadas con la exposición a factores: ambientales, sociales y de salud en torno al Relleno Sanitario Doña Juana, como herramienta de los procesos de planeación, ejecución, control y seguimiento las enfermedades respiratorias, transmitidas por vectores, dérmicas y enfermedades crónicas”.

Según el Boletín Vigilancia en Salud Pública de 2019, de la Subred Sur, con este programa también se aspiraría a “anticiparse a las enfermedades y traumatismos para que no se presenten o si se tienen, su evolución y consecuencias sean lo menos severas posibles en la población”. Esta observación a la población se realiza teniendo en cuenta la cercanía de algunos barrios con Doña Juana, desde viviendas que se ubiquen a 200 metros de distancia y hasta seis kilómetros de Doña Juana, esto incluiría a los Mochuelos y algunas partes de localidades como Ciudad Bolívar, Tunjuelito, Usme, San Cristobal Sur y Rafael Uribe Uribe.

Doña Juana no es el único ente contaminante

Pero Mochuelo Bajo no solo está a pocos metros del relleno, a su alrededor se encuentran más de cinco fábricas ladrilleras, que así como Doña Juana, son lugares en los que gran parte de la población del barrio trabaja. La Corporación Autónoma Regional (CAR) ya ha determinado que la presencia de estas industrias genera contaminación aérea y auditiva, debido al ruido y moléculas generadas por la excavación de arena, arcilla, producción de bloques, entre otros.

Acorde a una investigación realizada por la ingeniera ambiental Paula Tarazona, en el barrio hay presencia de material particulado (PM) -pequeñas partículas en el aire- que para la norma colombiana se cumple en la gran mayoría de días, sin embargo, para los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no se cumplen en gran parte “en un 85% de los días evaluados y en un 15% (39 días) si lo cumple”.

Salvador Ruíz, que es una de las tantas personas que tiene cultivos en sus casas, afirma que las ladrilleras también los afectan. “A veces más que todo es el viento y la polución que quema las matas. Como el relleno aspira unos gases, el gas llega a la atmósfera y se extiende, eso cae y quema la mata, lo mismo con el humo de la polución de las ladrilleras”. Y es esta una de las razones por las cuales los organismos distritales no pueden confirmar quién es el mayor culpable de la polución y enfermedades en la zona, la Alcaldía de Ciudad Bolívar es una de estas entidades.

Sandra Gordillo, encargada de responsabilidad social y comunicaciones de CGR Doña Juana, dice que no es cuestión de buscar culpables pero que "son multiples factores externos e internos que generan una afectación y no siempre son atribuibles al relleno, es una problematica sistémica" y que Doña Juana no sería el único responsable de las quejas de los habitantes del barrio, "100% no se puede comprobar que las manifestaciones de la comunidad son a causa de factores del relleno", concluye Gordillo.

Retribuciones del CGR a los mochuelunos

Como medida de compensación, el CGR tiene programas para la comunidad, cumpliendo así lo estipulado en el Plan de Manejo Ambiental. Hasta agosto de 2019, en el relleno, había 275 empleados contratados, de los cuales 106 se desempeñaban en mano de obra no calificada y un 73% de estos habitaban en Mochuelo Bajo y Alto. Asimismo, en Mochuelo Bajo existe una oficina de atención a los habitantes, también se realiza la entrega de volantes informativos, platos y cintas atrapa moscas y bimestralmente se publica un periódico con información relevante del relleno y el barrio.

Disconformidad constante

Pero este desacuerdo entre la población de Mochuelo Bajo y las organizaciones viene de tiempo atrás, lo cual se puede evidenciar en el Informe Epidemiológico de la Universidad del Valle: “las comunidades perciben que les afecta negativamente su salud y el ambiente físico y social. Dicha percepción está agravada por las relaciones conflictivas que se han establecido”. En la investigación también se menciona que los mochuelunos tienen desconocimiento de lo que ocurre dentro del relleno y como consecuencia, se cree que su propósito es netamente económico, a pesar de reconocer algunos de los beneficios de la entidad hacia la comunidad, como la generación de empleo, aunque resaltan que este es inestable.

Para los mochuelunos la solución es que el relleno sea trasladado a otro lado, argumentan que ellos llegaron antes que el relleno y que ya están arraigados al lugar, tienen sus familias, viviendas e incluso su trabajo ahí. Pedro Menéndez, arquitecto especialista en intervenciones ambientales, participó en el Plan de Ordenamiento Territorial del año 2.000, en el que se tocó el tema de Doña Juana y los habitantes de Mochuelo Bajo y Alto, agrega que según recuerda “eran 300 viviendas como máximo”.

En aquel momento se contempló reubicar la población, pero no se pensó que su crecimiento fuera a ser tan rápido. Es por esto que Carlos Franco, ingeniero de la Alcaldía de Ciudad Bolívar, asegura que la entidad intenta mitigar este incremento y que parte de la afectación a la salud de las personas es porque hace 20 años en el POT no se tuvo en cuenta el acelerado aumento poblacional, además que, según Franco, algunas propiedades del barrio están de forma ilegal.

Parque con vista clara al relleno sanitario Doña Juana, en el sector Barranquitos de Mochuelo Bajo. / Foto: Kelly Cubillos

Pedro Menéndez añade que, cuando se estaban realizando estudios del POT, hicieron un análisis para saber dónde se podría ubicar otro relleno sanitario dentro del perímetro de Bogotá, teniendo en cuenta algunas restricciones como: estar a más de cinco kilómetros del aeropuerto, a más de 500 metros de aguas superficiales, a un kilómetro de centros poblados y teniendo en cuenta que entre más distancia haya, se refleja en más costos de transporte de residuos.

Las conclusiones de Menéndez y su equipo fueron que encontrar un territorio adecuado era cada vez más difícil, porque hay condiciones de topografía y geología necesarias por cumplir. “Ubicar un relleno sanitario es una de las cosas más complicadas que puede haber. Nosotros hicimos ese ejercicio cartográfico de descartar los sitios en los que no puede estar un relleno sanitario y, prácticamente, no quedaban otros lugares”, así lo asegura el arquitecto. Adicionalmente, aclara que las posibles soluciones hoy en día serían bajo circunstancias diferentes y que, desde su concepto, se le puede apostar a “todos los sistemas posibles de reciclaje”.

La pesquisa de la Universidad del Valle también concluyó que la posición de pobreza de los mochuelunos es un factor más para verse afectados y que como conclusión del informe, dichos impactos se consideran como desventajas para la comunidad. “La condición socioeconómica, condiciones de vivienda, nivel educativo y la presencia de ladrilleras, muestra una conglomeración de factores de riesgo que hacen a la población residente en la zona de Mochuelo Alto y Bajo más vulnerable frente al RSDJ”, se aclara.

“Las personas que viven en los barrios cercanos al RS y que habitan viviendas en extremas condiciones de pobreza tienen 4.7 veces la probabilidad de tener síntomas respiratorios en comparación con los que viven en barrios lejanos al RSDJ y tienen viviendas igualmente pobres”, revela la investigación de la Universidad el Valle.

¿Hay algún responsable de la realidad que se vive en Mochuelo Bajo?

La antigua personera, Carmen Castañeda, reafirma la carencia de organización, inversión, maquinaria y personal, por parte del concesionario CGR Doña Juana. “La mayoría de los incumplimientos del concesionario obedecen a la falta de personal para la cobertura de los desechos, insumos, construcción de chimeneas, elaboración de filtros, cobertura y desarrollo de obras civiles para las terrazas del relleno”.

La UAESP agrega que el problema no radica únicamente en el operador del relleno, sino también en la falta de cultura de reciclaje de los bogotanos, porque no existe esta costumbre de separación y aprovechamiento de residuos, algo que facilitaría su manejo y clasificación. Como se menciona en la Licencia Ambiental, el aprovechamiento de residuos dentro del relleno debería ser de un 20% y actualmente es de un 3%, debido a que se entierran y no se les hace el adecuado proceso de selección para ser recicladas, declara la Personería de Bogotá.

La vida diaria se ve perjudicada, pero debido a las condiciones en las que viven los habitantes de Mochuelo Bajo, no se ha podido determinar si el relleno es responsable de algunas de las enfermedades presentes en el lugar. Se realizan supuestos monitoreos como el Sistema de Vigilancia Epidemiológica Centinela y una brigada de salud en un barrio colindante, Mochuelo Alto. Sin embargo, para los mochuelunos, no es suficiente, pues se trata de su bienestar y de una vecina que les incomoda, que por más de treinta años, día a día, los ha acompañado, produciendo olor, moscas, ratas e incluso deslizamientos.

Vista del relleno desde detrás de la reja que lo separa del barrio / Foto: Kelly Cubillos

El miedo de vivir al lado de La Juana es constante, los residentes del barrio temen ser sepultados por la basura, a pesar de estar a más de 600 metros de las zonas de disposición. La tos de los más mayores es un recordatorio de donde viven, así como las moscas que hay que espantar por cada cucharada de comida, los platos con pegamento llenos de moscas y el frío de las afueras de Bogotá.

Mochuelo Bajo lleva más de 30 años en la incertidumbre, no se tiene claro qué va a pasar con Doña Juana. En el barrio siempre hay un rumor nuevo y una de las mayores dudas es la salud: ¿por qué tantas personas se enferman?, ¿por qué hay síntomas similares?, ¿quién es el responsable? Tres décadas y aún no se tiene respuesta. Y es que son varios los posibles factores, como la ubicación de Mochuelo Bajo al estar en una zona de clima frío, la gran cantidad de ladrilleras con sus emisiones de material particulado - que no todas cumplen los lineamientos de seguridad- y el polémico relleno sanitario Doña Juana.

Las autoridades encargadas aseguran que toman todas las medidas necesarias para supervisar la salud de los mochuelunos e identificar si el relleno es un factor de alto riesgo para la comunidad. Sin embargo, el inconformismo y la desconfianza son aspectos comunes entre los habitantes del sector, pues llevan años intentando encontrar un culpable y la respuesta de las organizaciones, privadas o públicas, siempre ha sido responsabilizar a alguien más.

A pesar de tantos años, los habitantes de las zonas periféricas al relleno están cansados, no tienen claro con quien quejarse, a quien responsabilizar o a quien acudir. La Alcaldía de la localidad dice que hace estudios, vigila el área y monitorea la salud, junto a la SubRed Sur de Salud y la Secretaría de Salud. Y como dice Salvador Ruiz, “ya que se benefician tanto botando todas las basuras acá, el sector de Mochuelo Bajo debería tener la mejor salud, acá somos gente humilde, pero ricos de corazón y de servirle a la gente, de colaborarle a la gente. Esa es la riqueza de nosotros”.

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Foto: Kelly Cubillos